El uso de las trampas de feromonas son perfectas para monitorear, es decir, para identificar el problema, así como para controlarlo y practicar después un plan de prevención. La aplicación de los cebos de estas sustancias naturales sintetizadas nos facilita la labor y ofrece ventajas evidentes por ser inocuas para la salud humana y también para el entorno. A diferencia de los productos tóxicos, sólo aplicables en casos extremos, los plaguicidas biológicos nos proporcionan un tratamiento seguro.
Puede afirmarse que el control de plagas ha de ser integral, es decir, ha de seguir una filosofía basada en el conocimiento de la biología de los animales que constituyen la plaga y que utiliza modelos predictivos para un avance progresivo.
Dentro de este contexto, los planes del control de plagas son la base de su eficacia y de sus resultados a largo plazo. Mediante el monitoreo se determina qué estrategias de erradicación han de aplicarse, desde el biológico como primera opción, hasta el químico, como última. Al tiempo, estas medidas han de complementarse con funciones informativas para conseguir cambios estructurales y, de ser necesarios, también conductuales.
Claramente, los protocolos de actuación generados mediante este modus operandi significan un enfoque más tolerante o ecológico en el control de plagas, permitiendo un uso más racional o evitación de insecticidas.